Como un niño

Hace un tiempo atrás me mudé a otra ciudad y, por tanto, tuve que cambiarme de iglesia. Sin embargo, no llegué como un total desconocido ya que mi anterior iglesia estaba bajo la misma cobertura, y en el pasado habíamos tenido algunas actividades juntos.

Después de la segunda reunión a la que asistí, los músicos se preparaban para ensayar para un evento próximo. En eso, el pastor se acerca y me pregunta:
– Vos tocas algun instrumento?
– eh… medio que meto bulla con la batería – respondí.
– Perfecto! justo estamos sin baterista, quedate para el ensayo.
– Lo de meter bulla es literal…

Entré en pánico. Uno porque hacía mucho tiempo que no tocaba la batería, unos cinco años quizas. Dos porque, en aquel tiempo que tocaba era realmente malo, de hecho dejé de tocar porque no tenía ningún futuro como baterista, soy arrítmico. Una vez un músico, cansado de tocar conmigo, dijo que lo mío no era un problema sino una enfermedad. Y tres, porque, el grupo de música de la iglesia es muy bueno musicalmente, principalmente por dos de ellos que son músicos muy reconocidos en el país, fundadores de una de las orquestas de mayor impacto y que tocaron con eminencias de la música como ser Leornard ElschenbroichReinhold Friedrich y Las Rositas. Tenía miedo de arruinarles la melodía hasta aburrirlos, como aquel amigo mío que ya no quizo volver a tocar conmigo.

Empezamos el ensayo y, fue increíble, de pronto empecé a tocar como nunca antes, marcaba todos los ritmos a la perfección. Bueno… no es verdad, en realidad fue un desastre, no encajaba en ningún ritmo, apenas empezaba a tocar todos descompaginaban. Uno de los músicos decía «ya pues chicos, estamos descompaginando, empezamos con un tiempo, luego lenteamos, luego aceleramos, luego…, no podemos tocar así». No me apuntaron a mí, pero yo sabía que el que marca el tiempo es principalmente la batería. Afortunadamente ellos ya tenían otro baterísta que los ayudaría en el evento para el cual ensayaban. Sin embargo, no me salvé del culto del próximo domingo, el baterista de apoyo era solo para el evento.

Yo no pensaba tocar la batería en la iglesia en un futuro cercano. Pensaba que si seguía ensayando quizás estaría listo en unos cuantos meses. Pero al finalizar el próximo ensayo, un día antes del culto general, me dijeron «hey, mañana tocas». Ahí fue cuando supe que estaba en problemas. Esta por demás decir que esa noche no pude dormir de la preocupación.

Empezamos la reunión con una canción lentita, solo con piano. Yo no estaba seguro de que rato entrar, así que, sentado en mi asientito delante de la batería, comencé a orar, a entregarselo a Dios, a decirle lo nervioso que estaba pero que le entregaba todo a Él de todo corazón.

Y fue ahí cuando vino a mi mente la imagen de un niño sentado frente a una hoja de papel y rodeado de varios crayones. Dibujaba algo en aquel papel. De pronto, se paró y fue corriendo donde su papá y le entregó la hoja. Su papá, al ver el dibujo y la sonrisa picarona de su hijo, dejó caer una lágrima y llevó la hoja hacía su pecho, hacía su corazón. Lo atesoró.

Imagino que aquel dibujo era lejano a una obra de arte, todo lo contrario. Es algo que solo el padre puede atesorar, que solo el padre puede entender. Por que el padre no está mirando el dibujo, él padre mira el corazón de su hijo, él sabe que ese garabato fue hecho para él. No le muestres ese garabato a otras personas, ni siquiera a tus hermanos, lo van a despreciar, ellos no entienden. Despues de todo, es solo un garabato sin sentido. El padre es el único que puede soltar una lágrima al ver todas esas rayas sin sentido. Es el único que lo enmarcará y lo pondrá en su escritorio para poder contemplarlo todo el día.

Hace un tiempo, un tío que vive en EEUU, publicó en su facebook este dibujo hecho por su hija de tres años:

Seamos honestos, ese es exactamente el tipo de papel que arrugamos hasta hacer una bolita y jugar basket contra el basurero. Pero mi tío puso «Siena acaba de dibujarme. Creo que el parecido es asombroso…» en su facebook. Quizas los que conocen a mi tío dirán que no es muy apuesto y si se parece a eso. Y, aunque tengan razón, el punto es que él lo publicó con un orgullo único, inentendible por el resto de nosotros.

Esta claro que Dios busca excelencia en nosotros, que realmente nos capacitemos para ser efectivos en aquello a lo cual nos llamó. Pero el tema no pasa por ahí en lo absoluto. El asunto es enteramente del corazón, de la motivación con la cual hacemos las cosas. Jesús dijo esto claramente a aquellos religiosos que servían con excelencia: «ustedes están muertos por dentro».

En cierta ocación le preguntarón a Jesús quién era el mas grande en el Reino de los cielos. Todos esperaban una de esas respuestas que salen en google cuando pones “como ser un buen lider”. Que lindo sería que hubiera sido así, ya imagino a los Pastores hablando con denuedo en sus predicas de domingo: «Hermanos, sean personas agradables, entusiastas, responsables, trabajadoras, con mucha simpatía. Así como Jesús nos enseñó!». Pero, contra todo pronóstico, Jesús dijo «el mas grande en el Reino de los cielos es un niño». Imagino que nadie cabía en su asombro, quizás todos miraron al grupo de niños que jugaba en un rincón a comer barro imaginando que era una torta de jamón, o jugando arco-a-arco con una piedra. Nadie entendía a que se refería, no había nada grandioso en esos niños faltos de intelecto.

La principal razón por la cuál no reconocieron a Jesús como el Cristo fué que no encontraban en Él un Libertador como decía la profecía. Lo que no entendían es que Jesús en realidad vino a libertar nuestros corazones. Una y otra vez Jesús decía que el asunto del Reino es un tema del corazón. Todo esto es un tema del corazón. Y cuando Jesús mencionaba a los niños se refería a sus corazones. A la pureza e inocencia de sus corazones. Un niño, en promedio, debío escuchar unas cien veces la frase «si sigues llorando no hay chocolate», y aunque el pobre nunca recibió ni un masticable Watts, siempre siguió creyendo con esa particular inocencia.

Quiero ser como un niño, amar como un niño, esperar como un niño, tener el corazón de niño. Dios no está mirando la grandesa de tus obras, ni lo caritativo y servicial que seas. Él está mirando tu corazón, él está obsesionado en ver un corazón sencillo en ti, un corazón que hace cosas grandes por amor, o cosas insignificantes por amor. Por amor a su Papá. Él está buscando un corazón totalmente dependiente de su Papá, incapaz de vivir sin su Papá, desesperado de dibujar cualquier garabato en una hoja sólo para ver a su Papá alegre.

Después de aquel primer domingo en la batería, vinieron muchos otros. Ya de a poco fui tomando un poquito mas de confianza. Y, me gustaría decir que ahora soy mucho mejor baterista, pero no. En todo este tiempo convertí muchas canciones lentitas, esas de adoración, en caciones rápidas y bailables. Y las canciones fuertes y de júbilo en himnos lentos y aburridos. Para hacer eso hay que ser extremadamento bueno. O… terriblemente malo.

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