Cumpleaños

Quizás el festejo de cumpleaños mas extraño que tuve fue una tarde de sábado de hace tres años atrás. Fue un festejo triple: el cumpleaños de mi prima, de mi hermana y el mío. Mi abuelita nos citó a los tres a su casa. «Tengo una sorpresa» nos dijo.

Cuando llegamos nos hizo sentar a los tres en la mesa de su cocina. Se acercó al refrigerador y sacó una torta. Creo que aquí tengo que hacer un paréntesis: cada vez que digo «no gracias, no me gusta la torta» en realidad es una forma rápida y amable de decir «no gracias, sólo me gusta la torta Mary, la torta que hace mi abuelita Mary». Así me ahorro explicaciones sobre cómo es esa extraña torta que hace mi abuelita y que tanto nos gusta a toda la familia.

Nos alegramos mucho al ver cómo sacaba nuestra torta favorita del refrigerador. Pero la escena se volvió extraña cuando abrió un cajón, sacó tres regalos y nos dijo «Feliz cumpleaños mis nietitos queridos». Nosotros tres no entendíamos nada. Aquella tarde de Abril estaba muy lejana a Octubre, Noviembre y Enero, que son nuestros verdaderos cumpleaños. Al principio pensamos que los años ya estaban haciendo efecto en mi abuelita, la pobrecita estaba perdiendo por completo la razón y la noción del tiempo. Pero luego nos explicó que tenía muchas ganas de festejarnos nuestros cumpleaños, prepararnos una torta y comprarnos regalos, pero cuando nuestros verdaderos cumpleaños pasaron ella estaba sin plata para festejarnos, y ahora que pudo ahorrar algo de dinero quería festejarnos. «No me olvide de sus cumpleaños – nos dijo – pero esos días no podía festejarles como ustedes se merecen».

Es difícil no atesorar en tu corazón un gesto de amor como ese. Una abuelita que con mucho amor, aún a destiempo, se desespera por festejar y dar regalos a sus nietitos. Una abuelita que se desespera por verlos felices.

Hay muchos que dicen que no hay que festejar Navidad porque en realidad Jesús no nació en Diciembre. No quiero imaginar lo que estas personas le dirían a mi abuelita que con mucho amor nos festejó nuestros cumpleaños una tarde cualquiera del año. Porque claro, ellos no entienden que el asunto no tiene nada que ver con las fechas, sino con un corazón dispuesto a celebrar un suceso importante. Quizás ellos no entenderían el corazón de mi abuelita que lo único que quiere es dar amor a quienes tanto ama.

Es fácil olvidar cual es el verdadero sentido de la Navidad, lo que en realidad recordamos y fejesteamos este día. El gordito barbón y buena onda tomó un papel casi primordial y nos olvidamos de lo más importante: que vino a la tierra un Salvador, quien 33 años después sería, en carne propia, el acto de amor mas grande de toda la historia.

A lo mejor no deberíamos celebrar el día que él nació en esta tierra, sino el día que él nació en nuestros corazones. En mi caso sería un 6 de Enero. Estaba yo sin rumbo y sin esperanza, y él puso sus ojos en mi. Me amó, me hizo su hijo.

Estos días yo pensaba qué puedo regalarle. Qué puedo darle a Dios. Qué le gustaría recibir de mi. Y recordé que él no está esperando un regalo. él me quiere a mi. él se permitió dejar su lugar junto al Padre y hacerse como nosotros, se permitió dar su vida en manos de su propia creación. Y lo hizo con un sólo anhelo, con la ilusión de ganar nuestros corazones, de unirlos a su propio corazón en amor. Somos el resultado de su pasión, y lo único que nuestro Padre anhela es a nosotros mismos.

En estos días, tomemos un tiempo para cerrar las puertas de nuestra habitación, doblar rodillas, y dar gracias a Jesús por su amor reflejado en aquella cruz. Fue tanto lo que hizo por nosotros. Es tan grande su amor que es difícil pensar en ello sin quitarse la sonrisa del rostro.

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